Porque el Señor ama la justicia y no abandona a quienes le son fieles. El Señor los protegerá para siempre, pero acabará con la descendencia de los malvados.
Salmos 37:28
Cuantas veces se nos olvida que Dios es nuestra justicia y que si permanecemos en El, el pagará. Siempre apresurándonos a tomar la justicia en nuestras manos y hacer lo que entendemos haría Dios en nuestro lugar.
¡Cuánto me costó entender esto! Si lo admito, me costó muchísimo entender que mi caso está en las manos de Dios y que mi papel en este escenario es confiar en Su justicia.
Confiar en que El me mostrará y me llevará por el mejor camino para mi vida.
No tengo idea por cual situación estés pasando hoy. No sé que trato, que desierto te esté quitando la paz y la tranquilidad, pero algo si te puedo asegurar y es que eso que te agobia, eso que te asusta, eso que te roba enfocarte en Dios, Él; lo tiene en sus manos.
Es difícil, uuuf claro que si (dímelo a mí que a veces soy terca como una mula), pero he aprendido a por encima de la tempestad, descansar en Él, descansar y confiar en que su justicia se hará visible en mí.
Ahora bien, todo lo que te dije antes suena muy lindo y esperanzador, ¿verdad? PEROOOOOO (siempre hay un pero hehehe), entremos en materia profunda.
Muchas veces clamamos por la justicia de Dios, de la vida, el karma y demás, sin embargo, ¿estamos nosotros siendo justos delante de Dios y los hombres?. ¿Nos hemos puesto a cuentas con esas áreas en nuestras vidas que deseamos se nos haga justicia?
Por experiencia personal puedo decirte que lamentablemente muchas veces esa respuesta es ¡NO!. Muchas veces queremos que se nos haga justicia, pero tenemos pleitos, chismes, críticas, celos, envidia, rencor, hacia algunas personas, situaciones o cosas en nuestra vida.
Tengo que decirte que la justicia divina es justa y por ende, necesita personas justas para defender de su adversario que en este caso, sería eso que te turba y te hace la vida imposible.
En la palabra de Dios dice: Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.…
¿Qué te quiero decir con esto? ¡SIMPLE! Que si deseas que la justicia divina se revele a tú vida, primero debes revelar como está TU CORAZÓN, y si te das cuenta que debes ponerte a cuenta con algo, o alguien, ¡HAZLO! y te aseguro que SU JUSTICIA RESPLANDECERÁ EN TI, COMO EL SOL Y NO SERÁS AVERGONZAD@ DELANTE DE LOS HOMBRES.
Actua y confia.
Un abrazo,
Lola.
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